

"Hay que dormirse arriba en la luz.
Hay que estar despierto abajo en la oscuridad intraterrestre, intracorporal de los diversos cuerpos que el hombre terrestre habita: el de la tierra, el del universo, el suyo propio.
Allá en "los profundos", en los infiernos el corazón vela, se desvela, se reenciende en si mismo.
Arriba, en la luz, el corazón se abandona, se entrega, se recoge, se aduerme al fin ya sin pena. En la luz que acoge donde no se padece violencia alguna, pues que se ha llegado allí, a esa luz, sin forzar ninguna puerta y aun sin abrirla, sin haber atravesado dinteles de luz y de sombra,sin esfuerzo y sin protección."
Agenda 2005, El tiempo de las mujeres, Concejalía de la Mujer, Ayuntamiento de Algete, Madrid.
Febrero es el mes de las conservas o del acopio. En mi familia, desde que era muy pequeña siempre ha sido un mes dedicado a la cosecha de frutos de estación y su preparación para el invierno.
Siempre fue mi abuela la que dirigía el asunto, parecía que nadie más podía hacerlo tan bien como ella. Luego fue mi madre y ahora que ya no está y mi abuela está vieja parece que ha decidido concederme el honor de ser su aprendiz.
No es poca la responsabilidad aunque la tarea parezca sencilla, las cosas tienen que quedar bien. Es como dar un examen muy, muy difícil, uno siente como si en cada bollón de dulce, en cada frasco de duraznos en almíbar fuera el orgullo familiar.
Parece una tontería para quién no ha compartido días enteros pelando la fruta, cosechando los higos, los tomates, los morrones, las uvas…
Pero no lo es, porque solo alcanza con ver la cara de mis abuelos, sentir su satisfacción cuando al fin se apaga el fuego y se descubre el tesoro de frascos y delicias, en el fondo del tarro negro de eternos fogones, para comprender que no solo los ha hecho feliz sino que ha cumplido con su deber y ese lazo invisible que me conecta con lo atávico de lo femenino, porque las conservas son sin dudas tareas de mujeres, se vuelve visible y en el se reflejan los rostros de generaciones de mujeres de mi familia que han dedicado cada febrero a preparar el alimento para próximo invierno.
El vino y la leña son tareas de hombres.